Tarkovski logra desafiar a una civilización que ha renunciado a la esfera espiritual como ningún predicador lo ha hecho en nuestro tiempo

Tras la muerte de Stalin, tanto el VGIK como otras entidades culturales de la Unión Soviética experimentan un cambio drástico en el que la censura se flexibiliza y surge un interés inusitado por todo el contenido cultural que proviene de Occidente. Es en este contexto donde comienza a fraguarse la primera película dirigida por Tarkovski siendo aún estudiante: –The Killers– (1956). Basada en una novela de Hemingway, el joven director no sólo demostrará su interés por el neorrealismo italiano, sino que también descubrirá cómo traducir al lenguaje cinematográfico lo que el escritor de –El viejo y el mar– llamaba la –la teoría del iceberg–: según Hemingway, si el escritor es audaz y tiene claro cuál es su historia, podrá omitir información que el lector intuirá de forma tan clara como si hubiese estado escrita; como la cima de un iceberg que avisa de lo que hay por debajo del agua. Como menciona Raymond DeLuca, es así como la –literatura por omisión de Hemingway anticipa las ambigüedades narrativas que encontramos en el cine de Tarkovski–, ese silencio que susurra lo trascendente en las películas del director ruso. A partir de este momento, lo espiritual para Tarkovski se convertirá en lo indecible, en lo poderosamente invisible. Este silencio reverencial que desde joven manifiesta Tarkovski frente a lo trascendente se nutre del hesicasmo propio de la tradición cristiana ortodoxa en la que crece. Su ascetismo plagará su obra de manera sustancial y aportará también el marco referencial a su concepción del arte. Por ello, en su famoso –manual– para descubrir las entrañas de su visión artística, –Esculpir en el tiempo– (Rialp, 1991), Tarkovski nos dice que –aquellas personas que ya no sienten ninguna necesidad de nada bello, espiritual, utilizan el cine como una botella de Coca–Cola.– Para el director ruso el materialismo ha acabado por arrebatarle el alma al hombre moderno que se conforma con entretenimiento, alejándolo así de la búsqueda del sentido de la vida. Su concepción del cine y del arte en general es tan elevado que llega a resumir la finalidad de estos como –preparar al hombre para la muerte, conmoverle en su interioridad más profu (...) /// Dani Sazo nos habla hoy en entrelineas.org sobre "Andrei Tarkovski: El hombre que vió al Ángel" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/andrei–tarkovski

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