Las autoridades habían favorecido todo tipo de iniciativas para fomentar el desprecio, la burla y el ridículo contra los negros
Cuando Jack Chick entra por primera vez en una iglesia evangélica lo hace a mediados de la década de 1950s. Los creyentes no están ya preocupados por el mal que puede proceder de los órganos. Digamos que estaban preocupados justamente por todo lo contrario. Los creyentes apenas podían entonces dar crédito a sus ojos y observaban cómo la música religiosa perdía toda la atención que ganaban los músicos negros en las calles, la radio y por supuesto la industria discográfica. Las primeras acciones de oposición al rock están precisamente marcadas por esa preocupación económica. Puedes encontrar en Internet decenas de variaciones de estas advertencias basadas en el factor económico: –Los negros son ahora los jefes de la ciudad, ¿podría ser peor?". –¡Aviso! ¡No compréis discos de negros!– –decían los amenazantes carteles del Citizens Council of Greater New Orleans. –¡Llama a los anunciantes de las estaciones de radio y pon tu reclamación!–. El cartel más sofisticado de aquella década ide