Hal Holbrook cuestiona el futuro que la industria ofrece a las comunidades rurales
–No soy un mal tipo–, dice Steve Butler. El personaje de Damon representa la cara amable del capitalismo. Es alguien que realmente cree que la industria es la salvación del campo. Ha venido a este pueblo de la América profunda con su pragmática colega –la inteligente señora Coen, Frances McDormand, más contenida aquí que lo habitual–, para conseguir que su compañía pueda perforar el suelo de estas granjas, por la técnica conocida como –fracking– –fracturación hidráulica que extrae el gas a alta velocidad, al atravesar la tierra con agua y químicos–. El problema ecológico que esto produce, no es más que el trasfondo del dilema de un protagonista desgarrado por contradictorios sentimientos de amor y odio hacia sus orígenes. Su aparente sinceridad no es más que una fórmula bien ensayada para ganar la confianza de los lugareños. Lo primero que hace al llegar a un motel, es olvidarse del traje y de la corbata, ponerse las viejas botas de su abuelo y comprarse unas camisas de franela, que va