La adaptación española que hace en el siglo XVII Juan Le Quesne (probablemente Juan de Encinas), es de setenta Salmos, más los Diez Mandamientos y el cántico de Simeón
El libro de los Salmos o Salterio deriva de la palabra griega para referirse a un poema acompañado con un instrumento de cuerda. Se trata de un repertorio de ciento cincuenta textos de alabanza y súplica a Dios, en los que el hombre expresa tanto su felicidad como su lamento, pero Dios habla también al ser humano en su propio lenguaje y experiencia. Lo hace tanto por medio de su Palabra escrita, la Biblia, como encarnado en la persona del Señor Jesucristo. Los Salmos traducidos del latín al francés, constituyeron el germen de la liturgia de la Reforma del siglo XVI. El protestantismo vivía inmerso en el canto salmódico que acompañaba, no sólo culto diario en los templos – como en la iglesia de Ginebra, donde predicaba Calvino cada mañana toda la Biblia –, sino también la adversidad de la persecución y la actividad cotidiana, desde el lugar de trabajo hasta el camino de los condenados a muerte al patíbulo. EL SALTERIO DE GINEBRA La traducción en verso a la lengua francesa de los