El pastor Robert Bateman se quedó de pie en la cubierta mirando como su cuñada, la señora Ada Balls, subía al bote. Si no nos volvemos a ver de nuevo en este mundo ,le dijo , nos veremos en el otro.

Era todavía un niño, cuando compré en los años setenta, en Londres, la obra clásica que escribió Walter Lord en 1956 –A Night To Remember–, en una magnífica edición ilustrada de Penguin –ahora publicada en Debolsillo como La última noche del Titanic–. Es él quien habla primero del libro de Robertson, que acaba de editar Nórdica en castellano. En 1898 un autor desconocido llamado Morgan Robertson publicó una novela sobre un fabuloso trasatlántico, más grande que ningún otro que se hubiera construido. El escritor lo llenó de personas ricas y complacientes, hasta que una fría noche de abril chocó contra un iceberg. La historia mostraba así la futilidad de todo. Por eso llamó el libro Futility, cuando apareció editado en 1898 por Mansfield, años antes de que el Titanic se hundiera otra noche de abril en 1912. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre "Titanic: El barco que ni Dios podía hundir" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/el–titanic

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