Carl Th. Dreyer quita de en medio todo lo innecesario para buscar la máxima nitidez del dibujo dramático

Dreyer no fue educado en la rigidez de ninguna moral puritana, sino en un contexto laico. Se crió con una familia obrera y apenas llegó a la adolescencia, empezó a frecuentar círculos liberales. Asistió de forma tardía a la desintegración del movimiento reformista de Georg Brandes, que intentó modernizar la sociedad danesa durante la segunda mitad del siglo XIX. Fue aprendiz de muchos oficios. Se dedicó primero a la aeronáutica y luego al periodismo, pero encontró siempre en el cine una vía de escape a la frustrante realidad en que vivía. Hasta que Jesús se convirtió en una obsesión para él. La fe de Dreyer se levanta por encima de toda religión en una adhesión a Cristo, más allá de todo culto o tradición. Las historias sobre él, negándole la mano a un sacerdote o empeñando su vejez en una película sobre Jesús, que nunca pudo realizar, no son ya sino parte de la leyenda de un hombre que vivió una fe más allá de las instituciones seculares que se han dado en llamar iglesias. De eso trata precisamente Ordet, una película que tal y como decía Truffaut, habla sobre la pérdida y la recuperación de la fe. Su historia está basada en la obra de un autor llamado Kaj Munk, que fue un pastor asesinado por pistoleros de la Gestapo en los primeros días de 1944. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre "Ordet: El poder de la Palabra" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/ordet

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