Cine negro a imagen y semejanza del mismo Humphrey Bogart que había ocupado aquellos mismos estudios cuarenta años antes

Como Caín debió de entrar en la terrible ciudad de los hombres del Libro de Génesis, huyendo sin éxito para evitar ser reconocido por su pasado; así Harrison Ford alias Rick Deckard entra en la primera escena de Blade Runner. La idea de un depredador nocturno estaba implícita en el cuadro de Edward Hopper que Ridley Scott siempre usaba en las reuniones titulado –Nighthawk–. Un enorme ave de esas carácterísticas aparecerá literalmente en escena pero antes, como un halcón nocturno, Deckard empieza sobrevolando el espacio aéreo de Los Angeles, una ciudad ahora más parecida a los más sucios suburbios de Tokio, New York o Hong Kong. Bajo los pies de Deckard se extiende una interminable ciudad siempre a oscuras, presidida por altísimas construcciones propiedad de la empresa Tyrell Corporation. Los extraños habitantes de la ciudad no muestran demasiados rasgos afectivos y circulan como autómatas, iluminados apenas por el mortecino resplandor de los omnipresentes carteles de neón o el reflejo que dejan estos sobre las siempre mojadas calles. Comparten el espacio con todo tipo de especies exóticas como serpientes, avestruces o buhos, muchas veces usando un vestuario que con el tiempo servirá de base para movimientos como el cyberpunk. No parecen tener tiempo para hablar y cuando lo hacen, lo hacen en una desestructurada mezcla de idiomas propios de emigrantes. La angustia persigue a los personajes también en los interiores, sobrecargados siempre de cientos de detalles, deliberadamente desordenados e iluminados desde el exterior por amenazantes focos de las fuerzas de seguridad. /// Pablo Fernández nos habla hoy en entrelineas.org sobre "¿Cuál es el verdadero argumento de Blade Runner?" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/blade–runner

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