Ha sido sin duda un viaje divertido y, al fin y al cabo, me tenía entretenido totalmente, ¡al cien por cien!

¡Vaya!, ¡por fin se acabó! Todavía no me puedo creer que este martes que viene no vaya a estar a la espera de un nuevo episodio de Perdidos. Tampoco estaré esperando otra temporada el año que viene. Es todo tan surrealista, o quizá es por la falta de sueño después de dos horas de resúmenes, dos horas y media del último episodio, y caer en la trampa de ver Jimmy Kimmel Live! de las doce hasta la una de la madrugada. Ya tengo casi 40 años y sin dudarlo ni un momento puedo decir que este ha sido el final televisivo más grande que siempre he querido ver. Del desenlace han hecho una chapuza considerable, pero aún así estoy contento de haber dedicado tanto tiempo a ello, tanto la noche pasada como los últimos seis años. Muchos de nosotros esperábamos recibir respuestas, y el episodio final nos dio muy pocas. ¿A qué se referían los números? ¿Por qué las mujeres no podían dar a luz en la isla? ¿De qué iba esta serie en realidad? Ninguna de esas, ni otras tantas preguntas, han sido hábilmente resueltas para nosotros, los seguidores de Perdidos, y eso es desconcertante. Pero, por otra parte, ¿no es ese exactamente el efecto que ha tenido el programa en nosotros a lo largo de estos seis años? Durante seis maravillosas temporadas, los autores y productores de Perdidos. nos han mantenido en vilo. Nos mostraron que la televisión no tiene por qué ser estúpida y desalmada. Eran maestros en enseñar una pequeña parte de lo que tenían preparado, si lo tuvieran, y ¡luego retirarlo –o darle la vuelta casi en su totalidad–! ¿Cuántas veces no he pensado que tenía los cabos de la serie bien atados, solamente para descubrir que no tenía ni idea de lo que estaba pasando? ¿Cuántas veces no pensé que tenía dominado un personaje, sólo para descubrir que estoy lleno de prejuicios? Solamente en el último episodio tenía ya tantas teor-iacu (...) /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre "Lost: Lo que Dios me enseñó a través de" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/perdidos

source https://www.entrelineas.org/revista/perdidos

Comments

Popular posts from this blog

Robert De Niro como el mentalista ciego

Dice Chesterton que cuando el hombre deja de creer en Dios, no es que no crea ya en nada, es que cree en cualquier cosa.

Asa Carter decía que el rock tiene carácter sexual, inmoral y era el mejor camino para fusionar ambas razas