Para ser bíblico, no hay que sacrificar la tensión que hay en la Escritura, sino aceptarla

Cuando le hacían una pregunta a Packer, siempre reaccionaba igual. Dejaba la taza que tenía en la mano –generalmente con café–, ponía las manos sobre la cabeza y esperaba –como mínimo, diez segundos–. Luego daba una clara y completa respuesta en tres puntos, o a veces cinco. Ese tiempo de preguntas era el más apreciado por los alumnos, aunque algunos se quejaban de que nunca acababa el programa del curso. Era otra constante de él. Nunca llegaba al final de la materia. Teológicamente, no más de un tercio de estudiantes –generalmente, un cuarto– estaba en su línea teológica –digamos, calvinista, aunque como Lloyd–Jones, no solía usar el término–, pero Packer era siempre muy persuasivo, por la humildad y profundidad con la que presentaba la doctrina bíblica. El rector de Tyndale, Stafford Wright, era también popular entre los alumnos. Aunque tímido y escrupuloso, tenía un seco sentido del humor que va mucho con el carácter inglés. Su especialidad era el Antiguo Testamento, aunque tenía un particular interés en las sectas. El decano era el famoso Gordon Wenham, cuyo texto para aprender el griego del Nuevo Testamento –publicado por la Universidad de Cambridge– seguía siendo el manual utilizado en Inglaterra, cuando estudié allí a principios de los 90. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre "James I. Packer [4] Las paradojas de la vida" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/james–i–packer–4
http://dlvr.it/RrjxRz

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