Cuando uno ve el proceso doloroso de auto–comprensión que siguen los personajes de Golding, al contemplar como en un espejo su deformidad moral, uno no puede menos que pensar en las palabras del apóstol Pablo

Un día Golding le preguntó a su esposa: –¿no sería buena idea escribir una historia sobre unos chicos en una isla, mostrándoles tal como se comportan realmente, y no como los santitos que aparecen en los libros infantiles?–. Su mujer le dijo: –es una idea estupenda, ¡hazlo!–. Y Golding, que tenía 43 años, escribió su primera novela La historia nos coloca ante la famosa pregunta de qué haríamos si estuviéramos perdidos en una isla. Piensa para ello en un lugar idílico como las islas de coral, y unos personajes tan inocentes como un grupo de niños. El resultado no puede ser más devastador. Si nuestro mundo confía con el ilustrado Rousseau que el hombre nace naturalmente bueno, pero es la sociedad quien lo corrompe, la alegoría de Golding nos demuestra lo contrario. Es por eso que nadie quiso publicar su libro al principio. Les pareció terrible, aunque es tan real como la vida misma. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre "El señor de las moscas: Cautivos del mal" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/william–golding

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