No hay en Ordet un solo detalle o elemento inexpresivo

No hay en Ordet un solo detalle o elemento inexpresivo. Todo tiene una función directa o simbólica. La película ha sido filmada en exteriores o interiores naturales, como si se hubiera acotado un trozo del mundo real para moverse en él como en un escenario teatral. Allí, los personajes y la acción; aquí, nosotros, los espectadores. Su magistral utilización del tiempo, la armonía y los ritmos internos de los planos, no son sin embargo teatrales. Muestran una pura expresividad cinematográfica. Dreyer ha quitado de en medio todo lo innecesario y superfluo, para buscar la máxima nitidez del dibujo dramático. En pocas películas como ésta, se tiene la sensación de estar allí, en el lugar mismo de la acción, asistiendo al acontecimiento. Cuando se emitió por televisión en "¡Qué grande es el cine!", produjo una gran impresión en cientos de miles de personas, a las que teóricamente debiera haber aburrido. Porque Ordet es una película que se siente. Y su capacidad de emocionar la percibe cualquier tipo de espectador. La sensación de quietud que produce, da la impresión de que la cámara ha permanecido inmóvil a lo largo de toda la película, cuando es justamente lo contrario. Sus movimientos son imperceptibles, pero constantes. Lo que ocurre es que su lenguaje está en las antípodas del cine norteamericano. De alguna forma hemos llegado a creer que no hay otro estilo narrativo que el norteamericano. Por eso cuando alguien se aparte de él, como Dreyer, dicen que eso no es cine. Lo que pasa en su caso, es que alcanza tan altas cotas en su arte, que nadie se atreve a cuestionarlo, diciendo que es demasiado lento. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Ordet: El poder de la Palabra" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/ordet
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