La fuerza del prejuicio es tal que contra él de nada sirven los argumentos

Muchos intentan eludir el sentido evidente de estas historias invocando el conservadurismo de Eastwood o los problemas de Polanski con la justicia, pero ambas presentan con extrema sobriedad e increíble desnudez nuestra incapacidad para superar los prejuicios. Siempre me llama la atención la complacencia con la que todos nos sumamos al linchamiento público de un individuo. A estas alturas de la vida poco espero de la justicia de este mundo, pero me doy cuenta de que la fuerza del prejuicio es tal, que de nada sirven los argumentos. A medida que pasan los años uno no deja de asombrarse la facilidad con la que el amor de algunas personas se convierte en odio. Basta ver la amargura que acompaña la separación de una pareja. Esto ocurre no sólo en las relaciones personales, sino también en las colectivas. El héroe se convierte a veces en un villano, como demuestra el caso de Richard Jewell. Así de voluble es el ser humano /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Yo y mis prejuicios según Eastwood y Polanski" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/yo–y–mis–prejuicios
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