El mayor reto de la ficción es cómo transmitir la bondad sin que esta parecezca ridícula
El aspecto anacrónico que presenta a veces la película con sus maquetas, marionetas y recuerdos de una televisión ya olvidada, es el escenario de contraste con la sociedad fragmentada en la que vivimos nosotros y los personajes en la actualidad. El filme es como un episodio del programa en que Rogers nos presenta al periodista como un amigo incapaz de perdonar a un padre, que ha abandonado a su madre, enferma hasta morir. Chris Cooper encarna esa figura paterna, tal y como la ve su hijo, molesta y desagradable. Lo que tiene Hanks de atractivo, lo tiene Cooper de repulsivo. El hijo no entiende a su padre, pero intenta comprender a Rogers, como buen periodista que es, profesionalmente. El problema del perdón en la película, parte de esa incapacidad que tenemos para ponernos en la piel del otro. Como cristiano, Rogers nos presenta un ejemplo de fe en alguien que no sólo ora por las personas y lee la Biblia de rodillas, sino que cree en un Dios encarnado, que ha tomado nuestro lugar. Lo que el creyente echará de menos del contenido de su fe, corresponde en realidad a la convicción de Rogers de que –no necesitas hablar claramente de religión para comunicar un mensaje–. ¿Estamos entonces, ante lo que ahora se llama, un –cine de valores? /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Los incómodos silencios de un amigo extraordinario" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/un–amigo–extraordinario
http://dlvr.it/S4djWW
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