Jack Chick tuvo que leer algunos de los cientos de diferentes modelos de estos terroríficos mensajes

Cientos de sus carteles empapelaron ciudades como Los Angeles, como el famoso cartel del aviador americano diciendo: –Vosotros nos dais fuego, ¡nosotros les daremos a ellos el infierno!–. El ejército definitivamente necesitaba dinero, soldados y, por supuesto, mucho ánimo para mandar japoneses al infierno, ¡literalmente! Jack Chick había dibujado aviones de guerra desde que era un niño e incluso había trabajado en la rotulación de carteles en la empresa de su padre. Jack recordaba a su padre trabajando y hablando sin parar de tipografías y detalles de su profesión, por lo que es difícil de imaginar que estos carteles militares no llamasen su atención. Cuando había cumplido diecinueve años estaba empezando a estudiar en una escuela de interpretación Pasadena Playhouse School of Theater y recibió una carta del gobierno que le llamaba a las armas. Pasaría por eso los siguientes tres años viajando entre los diferentes países ocupados por el ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Lo haría con su cámara de fotos como parte de una de las unidades de criptografía, una tecnología de la comunicación cifrada que se estrenó en esta misma guerra y que obligó al gobierno de los Estados Unidos de América a formar a muchos de sus soldados en la utilización de alrededor de una veintena de métodos de encriptación. Muchos de aquellos jóvenes llevaron a Japón literatura de bolsillo, copias de "Tijuana Bibles". Estos pequeños cómics pornográficos de apenas unas páginas grapadas, podían encontrarse en cualquier rincón de la ciudad, como vimos en el artículo sobre el cómic de Jack Chick titulado –El espantoso sueño de un demonio–. Los soldados de estas divisiones de encriptación de la comunicación pasaron largas horas fumando, leyendo y esperando recibir alguna orden, pero no es cierto que estuvieran fuera de todo peligro. Los registros hablan de que estos operarios a veces corrían el riesgo de ser disparados por sus propios compañeros o capturados por el enemigo. William R. Wilson, por ejemplo, divulgó en 1997 un extraordinario ejemplo a través de la revista American History Magazine. Philip Johnston, cuenta él en el artículo, trabajaba como ingenier (...) /// Pablo Fernández nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "El santurrón y la actitud bélica de Jack Chick" de la serie Chick Publications ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/el–santurron
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