Aunque hay varias versiones acerca de su ceguera, la más cercana a la verdad indica que lo fue desde su nacimiento.

La calle comienza a temblar. Unos pasos de una multitud se acerca pasado el mediodía. Una campana debió de sonar hace un rato, pero los fondos para repararla aún no son suficientes. Hay madreselva en el aire, y la calma antes de la recogida de la alfalfa. Aparecen unas cuantas personas, aunque entre todos hay cierta distancia. Alguien se les ha adelantado a la entrada de la iglesia blanca. Lleva una guitarra castigada de barniz desprendido. Un hombre de color desliza con soltura sus dedos de morcilla por el mástil. Una voz aún más castigada acompaña los aspavientos de la guitarra, y en el dedo anular lleva un cuello de botella, verde esmeralda, que imprime al instrumento un sonido como de lamento, de tristeza. Bryan lo vio hace días. Huntsville también. Austin, igual. Sus lamentos aparecieron por esos lugares, digamos que a la hora sexta, cuando los hombres volvían del trabajo agotados, sudorosos. Los fieles de la iglesia local pasan junto al músico sin decir nada. Alguno se gira a su altura para observarle. Es ciego. Emite sonidos guturales, parecidos a los que se oyen en ese blues que es diabólico. Dicen. Algunos niños le señalan. Le acompaña una mujer con los ojos cerrados, ciega por elección y por unos instantes. Su piel trigueña se balancea con las notas trémulas, y de vez en cuando suma su voz a la del hombre. Ella huele a jazmín. Él a tabaco antiguo. Cantan himnos, pero en un tono y ritmo diferente al que los fieles han entonado en el interior del templo. Algunos saben ya quién es el músico callejero, azotado por las inclemencias del tiempo, ingenioso gracias al ayuno no escogido, que asiente a cada tintineo de moneda en la taza que protegen sus piernas. Hoy van a dormir en casa de Jeff, en su granja. Mañana en Burnet si se despiertan a tiempo. Pasado mañana está demasiado lejos. La Gran Depresión alarga los días, los estira. Ella sitúa una segunda voz, dulce y melosa, sobre la áspera de él. La de ella es similar a los rasgueos de la guitarra. La de él proviene del desierto de Sonora. Aunque es ciego, sabe explorar gran cantidad de imágenes, aunque algunas son ya tan borrosas que el esfuerzo tiene que ir acompañado de una larga disertaci (...) /// Daniel Jándula nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Blind Willie Johnson: El blues que viaja al espacio " ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/blind–willie–johnson
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