Lo que hace tan profunda esta historia es lo patético de la soledad de Joker

El conocedor de la historia del cómic captará enseguida las referencias de la película de Todd Phillips, hasta en el nombre de Fleck –DC prohibía utilizar la palabra –flick–, que significa golpe en inglés, porque al escribirse en mayúscula podía llevar a confusión con la expresión mal sonante de cuatro letras, todavía tabú para la sociedad conservadora americana–, pero el espectador maduro lo que pensará es que está ante una película de los 70, hasta el punto de que parece una relectura de Taxi Driver para –millenials–. Cuando aparece el logo de la Warner diseñado por Saul Bass, parece que vas a ver Serpico o Network, pero el referente de Joaquin Phoenix, no hay duda de que es el inconfundible Travis de Robert De Niro. Para el cine americano, el retorno a los 70 es la llegada a la realidad del Nuevo Hollywood. La cámara sale a la calle hasta en televisión. Los estudios se arriesgan a mostrar la suciedad de Times Square entre montones de basura, violencia en la calle y cines porno. Joker no es la nostalgia por el sucio Nueva York, sino la vuelta al tiempo real de un cine que se ha ahogado a sí mismo en efectos especiales e imágenes atropelladas de ritmo acelerado. Cuando estaba viendo Joker con el técnico con el que trabajo en la radio, Dani Panduro, no sabía si era de nuevo aquel adolescente fascinado por la última película (The Last Picture Show). No es que haya dejado de ser quien fue entonces. Es que la máscara se resquebrajaba para mostrar la sangre y las lágrimas que brotan de la oscuridad de mi interior... /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "La máscara del Joker" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/joker
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