El final de la novela de Philip K. Dick es un completo disparate y había consenso en que había que re–escribirlo

Philip K. Dick trató de normalizar sus visiones alegando explicaciones racionales o religiosas, según las cuales había entrado en contacto una divinidad a la que llamaba Cebra, Dios, o más frecuentemente SIVAINVI. La historia de Philip K. Dick en 1968 sobre una civilización futura donde los humanos tienen que abandonar un San Francisco cubierto de lluvia ácida y emigrar al espacio exterior ayudados de robots esclavos, daría sin embargo mucho juego en las manos de Ridley Scott. Los test de Rorschach a los que se familiarizó Philip K. Dick están obviamente detrás de los test de Voight–Kampff, las pruebas de identificación a las que son sometidos los robots en Blade Runner. Es por eso que no debemos pensar que esta historia esté hablando primeramente de los hipotéticos contrastes y dilemas entre robots y humanos, más propios de la ciencia ficción. La base del tema en Blade Runner está bebiendo primeramente de los contrastes en la diferenciación o identificación de la locura y la razón a los que estaba siempre expuesto el autor. Fijémonos sino en qué es lo que realmente le preocupa a Rachel cuando abre su corazón a Deckard y asegura: –¡No puedo fiarme de mi memoria!–. /// Pablo Fernández nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "¿Cuál es el verdadero argumento de Blade Runner?" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/blade–runner
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