Considero esta novela imprescindible para entender la situación evangélica en España, tras la ley de libertad religiosa de 1967 y el comienzo de la secularización que viene con la Transición

Reconozco que en el tema de Fernández Santos, no soy nada objetivo. Como deja constancia la bibliografía de esta obra, ya escribí sobre este autor en 1988, la madrugada en que la Vieja Dama de la que tanto hablaba – ′la que no tiene nombre′ –, se lo llevó para siempre. No pude evitar recordar aquel día el momento en que le conocí: una fría mañana de invierno, en su casa, al lado del Paseo de la Castellana. Era entonces un crío, pero hacía una revista literaria llamada Aura, con estudiantes de bachillerato de diferentes institutos de Madrid, que vendíamos al lado de la Cuesta de Moyano. Allí publiqué mi primer artículo, nada menos que sobre la Praga del 68 y la Carta 77 de los intelectuales checos disidentes, a la vez que un breve comentario sobre mi héroe de adolescencia: Hemingway. En el último número de aquella revista, apareció una larga entrevista que hice a Fernández Santos en el salón de su piso, compitiendo su voz con el ruido de la máquina de escribir eléctrica, que estaba arreglando en su casa un técnico. JESÚS FERNÁNDEZ SANTOS El escritor nació en Madrid en 1926, pero su padre venía del pueblo donde murió, Cerulleda, en las montañas de León que dan con Asturias. Quedó huérfano de madre cuando tenía apenas año y medio. Había ido al mismo colegio que mi padre, la escuela de los Maristas de la calle Fuencarral. Vivió toda su infancia en el barrio de Chamberí, entre la soledad de su casa e interminables sesiones de cine. Es allí donde tiene su primer contacto con los protestantes españoles. Ya que vivía en Eloy Gonzalo, cerca de la capilla de los Hermanos en la calle Trafalgar, que luego visitaría durante un tiempo, para preparar la novela. De hecho, aunque el libro comienza con la descripción del edificio de la Asamblea de Jiménez de Jamuz en León, los letreros que imagina al frente son los de la calle Trafalgar –así como la placa dedicada a los fundadores ingleses–. Con la guerra civil, sería evacuado a Segovia, que luego recreará en muchas de sus novelas. Curiosamente, la guerra le sorprende en San Rafael, donde yo pasé de niño algunas vacaciones de verano. Al volver a Madrid, su padre muere d (...) /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Jesús Fernández Santos y el libro de las memorias de las cosas" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/jesus–fernandez–santos–ii
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