Nos vemos así transplantados a la atmósfera rural inglesa de entreguerras, pero especialmente a su cultura eclesial

O–Connor nos presenta el conflicto humano y existencial de un joven inglés que regresa de la Primera Guerra Mundial, llegando a un pequeño pueblo de la campiña británica con el objeto de restaurar un antiguo fresco de una iglesia. Allí conocerá a un arqueólogo, desertor del combate, que busca una antigua basílica sajona al tiempo que una vieja tumba. Nos vemos así transplantados a la atmósfera rural inglesa de entreguerras, pero especialmente a su cultura eclesial. Desde que pisa la estación del pueblo, se encuentra entre la antigua iglesia anglicana y una especie de –asamblea de hermanos–. Entre los sermones del asfixiante reverendo Keach y la fascinación por su encantadora esposa, y el pietismo de la capilla, donde el herrero y el jefe de estación predican sobre los horrores del Infierno. La visión que se nos da de ambas iglesias es a cuál más decadente. Congregaciones mermadas, en las que domina la hipocresía, social en el caso anglicano y de falsa espiritualidad en el caso de los –hermanos–. La rigidez del pastor que no desea que su congregación tradicional se entretenga con el fresco descubierto, y el absurdo eclesial que lleva al protagonista a verse forzado a predicar en el tipo de –asamblea– que Spurgeon describiera por las reuniones en que –comparten su ignorancia–. Este ambiente opresivo le lleva a gritar en un momento de la película: –¡Dios!, ¡Dios no existe!–. Las pesadillas del restaurador en el campanario donde duerme se alternan con el éxtasis místico al que llega al contemplar la vieja pintura de la iglesia que restaura, que representa un Cristo reinante. Su amigo el arqueólogo repite con insistencia frases del Apocalipsis sobre la segunda venida del Señor en gloria y majestad. Pero si hay una idea que resalta es la del silencio de Dios. Pienso en el personaje de El diablo y el buen Señor de Sartre, Goetz: otro soldado que huye del combate para buscar a Dios, olvidando la locura de la guerra. –Yo oré. Pedí (...) /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "A month in the country: Un mes en el campo" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/a–month–in–the–country
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