John Stott dudaba del mecanismo de la publicidad moderna como método adecuado para llevar a la conversión religiosa
El debate de prensa que provocó la visita de Graham a la Universidad de Oxford llevó a la publicación del libro de Gabriel Hebert, –El fundamentalismo y la Iglesia de Dios–. Curiosamente, no es la crítica de un liberal, sino de un anglo–católico. Respondió a él, Packer con otro volumen, editado un año después: –El fundamentalismo y la Palabra de Dios–. El sentido que le da Packer a la palabra es todavía el histórico original de los años 20 del pasado siglo, aunque constata que la terminología está cambiando. El problema para los evangélicos anglicanos es que algunas de las críticas venían del arzobispo Ramsey, que según la autobiografía de Graham, estuvo sentado con él en las escalinatas de la Tercera Asamblea del Concilio Mundial de Iglesias en Nueva Delhi en 1960. Ramsey no tenía ninguna simpatía por los evangélicos. Cuando en una ocasión le preguntaron en la Cámara de los Lores si era protestante, el arzobispo respondió al bautista que le interrogó, que –no en el sentido precisamente del Libro de Oración–. Lo que a Stott le extrañó, ya que el Libro de Oración no utiliza esa expresión, que era entonces habitual de los enemigos de la Reforma. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Stott y el fundamentalismo" de la serie John R. W. Stott ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/stott–y–el–fundamentalismo
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