Los cómics que dibuja Jack Chick reclaman para sí mismos la misma atención que la propaganda militar a la que fue expuesto en el Pacífico

El Trastorno por Estrés Postraumático es sufrido por muchas otras víctimas de diferentes traumas producidos fuera del campo de batalla. Dolencias que llevan a muchos a buscar ayuda también en las iglesias. No se puede entender la belicosidad del movimiento fundamentalista o evangélico norteamericano sin entender antes que los Estados Unidos de América lleva, ininterrumpidamente, más de doscientos años en guerra. La misión para la que Jack Chick se cree destinado por Dios es por eso una misión con la misma dosis de acción bélica que la que había visto en los marines durante la Segunda Guerra Mundial. Lo hemos visto ya. –Cuando me vaya de aquí– –decía él– –¡me voy a llevar a todos los que pueda con Cristo!–. La tensión y agresividad frente a sus conflictos, por supuesto, no siempre tenían una fácil solución. Puede ser relativamente fácil invadir y arrasar una isla con una buena cantidad de armas pero ¿qué ocurre cuando el enemigo forma parte de ti mismo? Al sufrir un infarto a mediados de la década de 1990, Jack Chick aseguraba que en la ambulancia daba continuamente vueltas al mismo pensamiento: –Me reía todo el rato y le decía a Satanás: "Has perdido la batalla, el cómic Waxman ya ha sido dibujado". Esta mano volverá a ser normal y servir al Señor–. Fue el sentimiento de culpa al volver de la guerra, lo que le empujó a Jack Chick a cambiar totalmente de opinión sobre Jesús. Según él lo hizo definitivamente al oír la promesa escrita en Isaías: "si vuestros pecados fueren rojos como la grana, como la nieve serán emblanquecidos". Según sus propias declaraciones no tardó entonces en tener notables sentimientos de ira, especialmente al recordar que sus compañeros en Japón nunca le hablaron de Jesús. Les reprochaba que podría haber muerto en la guerra y debido al silencio de ellos nunca habría tenido conocimiento del evangelio. Como parte de su compromiso y mortificación Jack Chick asume entonces que debe entregar su vida a la propagación de ese mensaje. Un mensaje al que inevitablemente, en medio ya de una insatisfecha mediana edad, debía darle su muy particular y mejorado formato. Un formato de estratégica y camuflada guerrilla antisistema. (...) /// Pablo Fernández nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "El santurrón y la actitud bélica de Jack Chick" de la serie Chick Publications ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/el–santurron
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