La conversión evangélica nunca ha sido resultado de experiencias místicas o imágenes visionarias

John Bridger era un compañero de colegio un año mayor que Stott, que hacía también Lenguas modernas, pero estaba en una casa diferente. Era muy deportista, pero había formado un grupo de estudio bíblico en la escuela, que hoy se le llamaría en Inglaterra –unión cristiana–, pero en Rugby se conocía simplemente como –la reunión– –Stott, ni siquiera eso, ya que en su diario lo llama –el asunto de Bridger–, porque fue él quien lo invitó a asistir–. Este compañero de 17 años estaba en relación con la Unión Bíblica (Scripture Union en inglés), que organizaba visitas a estas escuelas y campamentos –no en tiendas de campaña precisamente, sino en colegios privados alquilados para estos alumnos–, por medio del singular ministerio de E. J. H. Nash. Nash trabajaba desde 1932 para la Unión Bíblica en estas escuelas que llaman en inglés –públicas–, para alcanzar a la élite que se formaba en estos colegios privados. Había trabajado en seguros en Londres y en 1917 tuvo una experiencia en un tren de vuelta a casa, por la que se hizo cristiano. Empezó a asistir a la iglesia anglicana de su localidad, donde llevaba los –scouts–, hasta que en 1922, animado por el obispo de Londres, fue a estudiar a Trinity en Cambridge, antes de hacer teología en el evangélico Ridley Hall. Fue hecho ministro anglicano y era capellán de un colegio, antes de empezar este ministerio itinerante que llevó a la conversión a muchos adolescentes británicos. Para ellos era conocido simplemente como Bash. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "La conversión de Stott" de la serie John R. W. Stott ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/la–conversion–de–stott
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