Carl Th. Dreyer quita de en medio todo lo innecesario para buscar la máxima nitidez del dibujo dramático

Su camino como creador, es de hecho tan singular que cuando estaba preparando su proyecto sobre Jesús, que acarició durante más de veinte años, llegó a estudiar hebreo y griego, cómo era la medicina en los tiempos de Cristo, las costumbres de los judíos y la situación político–religiosa de Palestina. Así también al hacer Ordet, Dreyer utiliza muebles y objetos cedidos por granjeros de la zona. Por lo que el brillo de los sillones, los retratos y cacharros que Inger maneja, revelan la huella de un uso cotidiano. No utiliza siquiera maquillaje para los rostros. Sólo destaca la luz, la blanca luz de esperanza de una fe que renace, frente al poder de la muerte. Todos sabemos que hay una creencia social o tradicional que no se basa en una fe personal, ya que es algo que conocemos muy bien en nuestro país. Pero hay una fe basada en una teología, que niega la misma realidad sobrenatural sobre la que la fe se sustenta. Y ésta ha arraigado en muchos países de tradición protestante desde el siglo XIX. Su ejemplo más claro es el pastor que aparece en Ordet. Un hombre que a la muerte de Inger, tiene que traer su mensaje obligado, pero que ya que no cree en una vida después de la muerte, sino que niega la realidad de Jesús, tal y como aparece en los Evangelios, espiritualizando sus milagros. Otros, como el grupo del sastre, viven esa fe como una opresión, que hace de su religión algo triste, porque no creen realmente que haya lugar para la humanidad en la redención que logra Cristo por su resurrección. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Ordet: El poder de la Palabra" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/ordet
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