El pastor Robert Bateman se quedó de pie en la cubierta mirando como su cuñada, la señora Ada Balls, subía al bote. Si no nos volvemos a ver de nuevo en este mundo ,le dijo , nos veremos en el otro.

El Barco Que Ni Dios Podía Hundir La pasión que despierta el Titanic parece universal. Para los historiadores sociales es como un microcosmos de la sociedad de principios del siglo pasado. Para los amantes del mar, es el naufragio definitivo. Para los enfermos de nostalgia, evoca tiempos pasados. Y para los que sueñan despiertos, significa el misterio de tantas cosas que pudieran haber ocurrido, tan sólo si. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Titanic: El barco que ni Dios podía hundir" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/el–titanic
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