Hitchcock evita todo reduccionismo al enfrentarse al misterio del mal. No hay duda que, para él, todos los hombres son potencialmente homicidas.

Su mitificación por la crí­tica francesa de los años cincuenta, le convierte en el autor por antonomasia del séptimo arte. Su libro de conversaciones con Franí§ois Truffaut sigue siendo la obra más reeditada de la literatura cinematográfica. Es probablemente el único director que admiran por igual tanto los cinéfilos como el gran público, siendo reconocido tanto por su interés artí­stico como por su valor comercial. En un sentido, Hitchcock es el cine. Pocos directores hay, que tengan tantas pelí­culas que podamos escoger como nuestra favorita. A mí­ me cuesta elegir una, aunque últimamente tengo también una relación especial con Vértigo –conocida en España como De entre los muertos–. A mi madre le gustaba Rebeca (1940) –que dio nombre en este paí­s a una popular chaqueta de lana, que llevaba Joan Fontaine en la pelí­cula–. Todaví­a conservo de mis padres un programa de mano de los que repartí­an los cines en aquella época. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Alfred Hitchcock y la banalidad del mal" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/alfred–hitchcock
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