Era el último representante de la llamada generación de la televisión, que tras formarse en el medio que aparece en los años cincuenta, se convierte en la conciencia crítica que produce los grandes thrillers de los setenta.

Nacido en Filadelfia en 1924, sus padres eran actores judí­os que hací­an teatro en yiddish. Hizo papeles desde niño en la radio, el cine y los escenarios de Broadway, donde representó a Jesús en una obra de 1940 llamada Viaje a Jerusalén. Tras estudiar en la Universidad de Columbia, va a la segunda guerra mundial. Actúa y dirige teatro en Nueva York, hasta entrar en la televisión, donde trabaja con futuros grandes cineastas, como John Frankenheimer, Robert Mulligan o Arthur Penn. Juntos hacen un retrato corrosivo de la sociedad norteamericana de los años setenta, pero también una de las visiones más desesperanzadas de la condición humana. HOMBRES SIN PIEDAD Su primer largometraje es todaví­a hoy una de sus más famosas pelí­culas. Doce hombres sin piedad (1957) parece una obra de teatro, pero se hizo originalmente para la televisión, que obviamente en aquella época era otra cosa. ¡Nada que ver con el deplorable espectáculo de nuestros dí­as! Para muchos españoles, está de hecho unida a la versión que popularizó Estudio 1 de TVE –recientemente publicada en DVD– con actores como José Marí­a Rodero, que hací­a el papel de Henry Fonda en el cine. Toda la historia se desarrolla dentro de una habitación. La sensación claustrofóbica que eso produce, hace que el espacio parezca cada vez más pequeño. Esa sensación de ahogo eleva la tensión a lí­mites inimaginables. La maquinaria de administración de justicia es puesta así­ en tela de juicio, cuando los doce miembros de un jurado tienen que juzgar a un muchacho, supuestamente culpable de asesinato. Un solo jurado discrepa de la mayorí­a, no porque crea que sea inocente, sino por la duda razonable, que está en la base misma del sistema de justicia norteamericano. El juicio se convierte así­ en un proceso a la comodidad de una sociedad sin conciencia. El prestamista (1964) es para algunos su obra más completa y devastad (...) /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "La implacable conciencia de Sydney Lumet" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/sidney–lumet
http://dlvr.it/SVMvdy

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