La práctica de los desprogramadores implicaba el secuestro, que era un delito más evidente que el adoctrinamiento de la misma secta

En sociedades donde no hay mucha tradición de libertad religiosa, el discurso sobre el peligro de las sectas se puede volver fácilmente en contra del derecho a la libertad de culto. Este fue uno de los efectos de Jonestown. Hubo una auténtica paranoia en los años 80 sobre este tema. En paí­ses como España, recién llegados a la libertad religiosa, habí­a encuestas que decí­an que la mayor preocupación de los padres después del peligro de que su hija se quedará embarazada, es que entrara en una secta. Los medios de comunicación estaban llenos de reportajes sensacionalistas sobre sexo y manipulación en las sectas. Todaví­a se vuelve de vez en cuando a ese tratamiento del tema. Lo que se hizo evidente en los procesos legales que hubo entonces, es que no era fácil demostrar el delito de estos grupos y que muchas de las acciones policiales habí­an sido injustificadas. Los polí­ticos que formaron incluso comisiones parlamentarias para estudiar la posibilidad de hacer leyes sobre el tema, fueron desaconsejados por sus asesores, ya que semejante legislación puede atentar contra un derecho fundamental como es la libertad religiosa. La única opción que quedaba era la conciencia social a la que puede llevar la formación educativa y la divulgación de los medios de comunicación. No hay otra alternativa en una sociedad democrática. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Lecciones del Templo del Pueblo" de la serie ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/lecciones–del–templo–del–pueblo
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