Terminó el instituto a trancas y barrancas. Ya que prefería los deportes a los libros.

Su obra nos llega al alma, porque está hablando de nosotros. Nuestro destino parece estar unido al de Loman. Nuestro temor es que la tierra que arroja Linda sobre el féretro de su marido, se convierta en un anuncio de nuestro propio entierro. Porque cuando afloran las lágrimas ante la tragedia de este hombre ridículo, sentimos nuestro propio fracaso como padres y el patetismo de esa figura que adora los valores que le están destruyendo. Es por eso que esta es una obra imperecedera, que nos toca en lo más íntimo. Ya que habla de la desolación de nuestra condición humana. A pesar de su habitual interpretación política, Miller dice en la introducción a sus obras completas (publicadas en Nueva York en 1957) que Muerte de un viajante no pretende defender ideologías, ni criticar sistemas políticos determinados. Nadie le creyó entonces. Ahora que se han derrumbado los grandes sistemas ideológicos, estamos tal vez en condiciones de creerle. El autor advierte en el prólogo, que la obra se ve como ′una prueba de la muerte del espíritu, cuando no hay Dios′. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Arthur Miller: La muerte de un viajante " ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/arthur–miller
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