Harold Bloom la considera la primera novela terapéutica, escrita en parte para la curación del propio autor o para consolar la permanente angustia adquirida en su infancia y en su juventud.

A pesar de eso, Dickens sigue yendo a la iglesia anglicana que habí­a cerca de su casa, hasta el final de su vida. Ora por la mañana y por la noche. Tení­a una sensibilidad por los principios sociales del cristianismo, como muestra en Canción de Navidad (1843). Escrita cuando tení­a 31 años, esta historia de fantasmas es una fábula contra la codicia. Scrooge es un avaro frí­o e insensible, que oprime a los pobres sin compasión alguna. Para él, la felicidad es la riqueza, aunque es el personaje más miserable que uno pueda imaginar. El problema es que su salvación no viene por un encuentro con Cristo, sino consigo mismo. Para Dickens, el cristianismo consiste en amar al prójimo. Lo que en el Nuevo Testamento es el resultado, no el medio de la conversión. Como observa Ackroyd, en sus primeras novelas Dickens distribuye el bien y el mal entre sus personajes sin contemplar la posibilidad de su coexistencia en un mismo carácter. Sus últimas creaciones rompen, sin embargo, esa división, mostrando la ambigüedad del ser humano, donde la miseria y la grandeza conviven de forma paradójica. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Charles Dickens y El misterio de la Providencia" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/charles–dickens
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