Kubrick tiene esa capacidad para mostrar el problema del mal y siempre se guarda una carta en la manga para las extrañas escenas del final

A una mente calculadora como la de Stanley Kubrick (1928–1999) le intrigó siempre el hecho de por qué las cosas no salen como pensamos. En su segunda película –ya que siempre consideró la primera, Miedo y deseo (1953), como un mero ejercicio de aprendizaje, por lo que impidió su exhibición, para empezar su filmografía con El beso del asesino (1955) – se adentra en el terreno de otro subgénero muy popular desde los años 50, el del atraco y robo –perfecto–. El título que inicia esta variante del cine negro es La jungla del asfalto (1950) de John Huston, basada en la novela de William Burnett, que cuenta con el mismo actor que la película de Kubrick, Sterling Hayden. Vi por primera vez Atraco perfecto (The Killing 1956) en el Cinestudio Griffith de Madrid, que programaba el director Fernando Trueba con ese crítico siempre provocador que ha sido Carlos Boyero. Eran finales de los 70 o principios de los 80, cuando iba al colegio y compraba cada mes la revista que hacían ellos con críticos tan extraordinarios como Miguel Marías o José Luis Guarner, Cuadernos de Cine Casablanca. Recuerdo que vi la película de Kubrick en un programa doble con A sangre fría de Richard Brooks. Yo estaba entonces obsesionado con el libro de Truman Capote, que me llevó al –nuevo periodismo–, pero me impresionó tanto la película de Kubrick que todavía me sorprende cómo me sigue asombrando que funciona como un reloj. Tiene un ritmo y dominio del tiempo que nunca ha logrado el montaje rápido del cine de acción que inunda las pantallas desde los años 80. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Imágenes del mal en el cine de Stanley Kubrick" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/senderos–de–gloria
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