Su comportamiento exhibicionista le llevaba a fingir que se desmayaba desde que iba al colegio
Esa cercanía del desierto es la que le hace sentirse fascinado por los reptiles, adquiriendo su famoso apodo de Rey Lagarto. Vagaba de una casa a otra, según el destino del padre, en continuo conflicto con su madre. Le fascinaba la película Rebelde sin causa (1955) de James Dean. Esa ausencia de hogar hace que nunca tuviera en su vida una casa en propiedad, ni un apartamento alquilado. Solía vivir con sus novias, a veces en moteles, o simplemente dormía en el sofá de la oficina de los Doors –ahora un restaurante mexicano, donde se puede ver el baño donde grabó una de sus últimas canciones–. Su comportamiento exhibicionista le llevaba a fingir que se desmayaba desde que iba al colegio, como luego haría una y otra vez sobre el escenario. Como los poetas beat, Morrison leía a Nietzsche –Kerouac le dedica En el camino–. Solitario y deprimido, se queda hasta tarde oyendo en las radios cristianas los incendiarios sermones de los predicadores evangélicos sureños. Su primera novia recuerda que una vez le dijo que tenía un problema que no podía contar a sus padres, y le llevó al pastor de jóvenes de la iglesia presbiteriana de Westminster (Alexandria, Washington). Jim nunca le dijo de qué habían hablado′ /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "The Doors: Jinetes en la tormenta" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/the–doors
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