La decepción viene de haber conocido a un montón de gente con discurso, incapaz de ser buena

En esta vida hay algunos que somos más desconfiados que otros. No nos fiamos de nadie, porque hemos tenido ciertas experiencias que han marcado nuestra vida y nos hacen dudar de la realidad que hay detrás de los buenos deseos, que a veces se expresan tan alegremente. Es para Angélica "la frustración que te provoca la desproporción que existe entre la palabra y la acción". La decepción viene de "haber conocido a un montón de gente con discurso, incapaz de ser buena". Nuestros discursos pueden ser sinceros, como dice Jeremí­as, pero nuestro corazón nos engaña. La honestidad se ha convertido para muchos en la virtud suprema. El problema es que también nos podemos equivocar sinceramente y arruinar nuestra vida o la de los demás. La Escritura habla por eso de la necesidad de discernir los motivos de nuestro corazón, que nos llevan a hacer de cualquier persona o cosa un í­dolo, en vez de confiar en el Dios vivo y verdadero. Quien examina su corazón no descubre a Dios, sino más de su propia miseria. Porque no tenemos el corazón de oro que creemos tener. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Angélica Liddell: El que confía en el hombre" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/angelica–liddell
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