El conservadurismo nacionalista de Eastwood molesta tanto como la perturbadora oscuridad de la perversión insana de los personajes de Polanski

Las dos últimas películas de Eastwood y Polanski no sólo coinciden en demostrar la lucidez que todavía se puede tener siendo octogenario, sino que ambas desvelan la tragedia de un individuo condenado por la mayoría, sin más garantía de justicia que el prejuicio de aquellos que le acosan. El sistema paralelo de justicia que han establecido los medios –la prensa en la época de Dreyfus y Jewell, ahora son las redes digitales– funciona ya de tal manera que no sirve que se demuestre luego la inocencia de alguien en los tribunales. Para la gente seguirá siendo culpable. Muchos intentan eludir el sentido evidente de estas historias invocando el conservadurismo de Eastwood o los problemas de Polanski con la justicia, pero ambas presentan con extrema sobriedad e increíble desnudez nuestra incapacidad para superar los prejuicios. Siempre me llama la atención la complacencia con la que todos nos sumamos al linchamiento público de un individuo. A estas alturas de la vida poco espero de la justicia de este mundo, pero me doy cuenta de que la fuerza del prejuicio es tal, que de nada sirven los argumentos. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Yo y mis prejuicios según Eastwood y Polanski" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/yo–y–mis–prejuicios


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