Se hizo adicto a las pastillas, intentó robar farmacias, se volvía paranoico con una pistola encima, e incluso provocaba accidentes, por lo que estuvo en la cárcel siete veces.

La ira, inseguridad y tendencia destructiva de Cash, parece estar relacionada con su difí­cil relación con su padre. Aunque en su primera autobiografí­a, no expresa más que admiración por él, dedica el libro al padre de June, "que le enseñó a amar la Palabra". Tras su muerte, pone en duda su conversión. Uno de sus amigos de infancia, era hijo de un pastor bautista. Iba con él dos veces al culto, cada domingo, y a un estudio bí­blico, el miércoles por la noche. Aunque le daban miedo los llamamientos al frente, respondió a uno, "haciendo una decisión" a los doce años en una campaña de "avivamiento" de la iglesia bautista en 1944. Como tantos norteamericanos, Cash siguió todos los "rituales de paso", para llegar a ser evangélico, siendo incluso "bautizado por el Espí­ritu Santo" en una experiencia pentecostal y bautizado varias veces en agua. Decidió volver a consagrarse, confirmando su fe en un templo de Nashville en 1971, aunque alcoholizado, vio fracasar su matrimonio, se hizo adicto a las pastillas, intentó robar farmacias, se volví­a paranoico con una pistola encima, e incluso provocaba accidentes, por lo que estuvo en la cárcel siete veces. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Johnny Cash: El hombre vestido de negro" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/johnny–cash
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