El dolor no aleja necesariamente a las personas sino que las acerca

El título original de la película es "Un bonito día en el barrio", ya que Rogers comienza cada programa, abriendo la puerta de su casa de decorado y diciendo que "es un bonito día". El problema es que eso lo dice todos los días. ¿Es eso verdad? En su escenario de cartón piedra, todo está igual cada mañana. El cielo es siempre azul. El problema es que nosotros no vivimos en ese barrio, ni tampoco Vogel. Detrás incluso de esos barrios de casitas ajardinadas –que los americanos llaman "suburbios"– se esconden también oscuros secretos. Detrás de esas puertas hay "monstruos". Vogel recibe el encargo de escribir sobre Rogers para un reportaje de "héroes" con el desdén del que cree que está sólo asumiendo un papel. Se propone desmontarlo, cuando luego se cambian los papeles. Y es él, quien se ve desnudo ante Rogers, intentando esconder las heridas del enfrentamiento con su padre. Le enseña que "perdonar es liberar a una persona de los sentimientos de ira que albergamos contra ella". Su método es la empatía por el autoexamen que lleva a la identificación. O sea, la manera misma cómo el Autor de la vida se identifica con sus criaturas, haciéndose como una de ellas. La diferencia, por supuesto, es que en Él no hay las sombras que intuimos en Rogers. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Los incómodos silencios de un amigo extraordinario" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/un–amigo–extraordinario


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