El nombre de Miller era entonces sinónimo de audacia y ruptura, pero luego entra en un limbo de ostracismo

Lo ocurrido en Salem en 1692 tiene que ver con el sueño puritano de recobrar "el paraí­so perdido", aunque sea de un modo austero y provisto de vanidad. El diablo aparece precisamente ante ese anhelo perfeccionista que aspira limpiar la sociedad como por un crisol. La presión constante para consagrar todas las facetas de la vida a la gloria de Dios abre así­ una puerta inesperada al poder del Maligno, cuando unas chicas acusan de brujerí­a a varios miembros de la comunidad en un momento en que el pastor se enfrenta a un grupo en la iglesia que está decidido a acabar con su ministerio. El personaje del juez Danforth, interpretado en la pelí­cula por el excelente actor Paul Scofield, es un hombre que desea acabar sinceramente con el poder del diablo. El actor dice que se inspiró para ello en Tomás Moro, el modelo de integridad que inmortalizó Robert Bolt en el teatro y Fred Zinnemann en el cine en "Un hombre para la eternidad". Ya que antes de convertirse en mártir católico en manos de Enrique VIII, Moro se dedicó a enviar protestantes a la hoguera con considerable entusiasmo. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Arthur Miller y el sueño americano de Las Brujas de Salem" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/las–brujas–de–salem


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