Beckett

No hay esperanza cristiana en la obra. Los que esperan a Godot, y los que pasan sin esperarle, todos están arrojados de igual modo en el absurdo y la nada de una vida sin sentido. No hay diferencia entre esperarle, o no. Lo mismo da terminar ciegos y mudos, como Pozzo y Lucky, que mirar y hablar sin parar, como Vladimir y Estragón. Esa parálisis llega hasta el extremo mismo de aplazar continuamente su suicidio. El teatro de Beckett está de hecho siempre al borde del silencio. No hay verdadera comunicación. Es así­ cómo se llega al silencio de algunas de sus obras posteriores. Pero esa es también la inmensa paradója del teatro del absurdo. Sus discusiones pretenden comunicar que no hay nada que merezca la pena comunicar. Pero hay una Palabra que da sentido a la vida. ¿Diremos con Estragón, "vámonos"? ¿O con Vladimir descubriremos que "no podemos"? Estragón: ¿Por qué? Vladimir: Esperamos a Godot Estragón: Es verdad (Pausa). Estás seguro de que es aquí­? Vladimir: ¿El qué? Estragón: Donde hay que esperar Vladimir: Dijo delante del árbol (miran el árbol) ¿Ves algún otro? /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Medio siglo esperando a Godot" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/esperando–a–godot


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