Lolita

Como en tantas películas de Stanley Kubrick (1928–1999), lo que al director le interesa de la novela de Nabokov, Lolita (1955), es cómo el intelectual protagonista cree tener un plan perfecto para realizar sus fantasías, cuando todo le sale inexplicablemente mal. El tono de farsa que le da en su película de 1962 acentúa ese carácter moralista, frente a lo que podría haber sido una sórdida historia pornográfica, ya que tiene elementos transgresores tan intolerables como la pedofilia o el incesto. La exposición que hubo el año pasado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid sobre Kubrick incluía una carta mecanografiada y firmada por él a una organización llamada Acción Cristiana, el 23 de marzo de 1961. En ella responde a un canónigo anglicano de nombre John Collins, que le había escrito preocupado porque hiciera una película del libro de Lolita: "Aun conociendo la sinceridad de sus intenciones, no puedo sino mostrar un cierto grado de sorpresa al juzgar de antemano una película (que por cierto, ya ha sido filmada), antes de verla". Es el viejo problema de boicotear algo que no se conoce, a lo que siempre han contestado los cristianos diciendo que no hace falta ver ciertas cosas para condenarlas. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "La obsesión de Kubrick" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/stanley–kubrick–y–el–rodaje–de–lolita


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