Para ser bíblico, no hay que sacrificar la tensión que hay en la Escritura, sino aceptarla

¿Cómo era Packer como profesor? Aunque no era costumbre en Tyndale, Packer era el único miembro del personal docente que desayunaba con los estudiantes, antes de dar clase por la mañana. Estaba tan despierto a primera hora, que algunos tenían dificultades al principio, para seguir las cuestiones teológicas tan complejas con las que empezaba el día. Instituyó por eso, la costumbre de esperar al primer café para introducir el tema difícil que iba a tratar en esa ocasión. Como mi querido maestro, José Grau, lo mejor de sus clases era todo el tiempo que dejaba para preguntas, mucho más de lo que era habitual en aquella época. Cuando le hacían una pregunta a Packer, siempre reaccionaba igual. Dejaba la taza que tenía en la mano –generalmente con café–, ponía las manos sobre la cabeza y esperaba –como mínimo, diez segundos–. Luego daba una clara y completa respuesta en tres puntos, o a veces cinco. Ese tiempo de preguntas era el más apreciado por los alumnos, aunque algunos se quejaban de que nunca acababa el programa del curso. Era otra constante de él. Nunca llegaba al final de la materia. Teológicamente, no más de un tercio de estudiantes –generalmente, un cuarto– estaba en su línea teológica –digamos, calvinista, aunque como Lloyd–Jones, no solía usar el término–, pero Packer era siempre muy persuasivo, por la humildad y profundidad con la que presentaba la doctrina bíblica. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Las paradojas de la vida" de la serie "James I. Packer" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/james–i–packer–4


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