El personaje de Brown parece pensar en Qumrán y Nag Hammadi. El problema es que los manuscritos del Mar Muerto no tienen más cita sobre Jesús que el supuesto fragmento del Evangelio de Marcos, que lo que haría es demostrar aún más su antigüedad.
Una buena introducción histórica sobre el Temple la encontramos en una obra como la publicada por la Universidad de Cambridge por un profesor como Malcolm Barber, experto también en los cátaros, cuya traducción está en una editorial tan esotérica como Martínez Roca (Barcelona, 2001). Quien tenga la paciencia de leer este impresionante estudio, repleto de notas y citas eruditas, no descubrirá ni una referencia a las mil bobadas que se dicen sobre ellos en la otra docena de libros que ví en la estantería de la tienda donde fui a comprar éste. ¿Por qué? Sencillamente, porque no hay base alguna para las estupideces que algunos pretenden atribuir a los templarios. Ya que fue con la aparición de la francmasonería el siglo XVIII que se crea esta pseudo–historia por la que los templarios se convierten en una sociedad secreta. Son en concreto los masones alemanes los que en la séptima década del siglo XVIII afirman que esta Orden al ocupar el Templo de Salomón, se convirtió en un emporio de sabiduría secreta. Bueno, es cierto que la falta de evidencias no parecen suponer un problema para cierto tipo de personas, pero aún así durante el siglo XIX algunos se sintieron obligados a consolidar sus teorías mediante el supuesto descubrimiento de algunos documentos y objetos relacionados con los templarios. Así aparecen "milagrosamente" arquetas, monedas y medallones, tallados con imágenes asociadas con sectas gnósticas. Se inventan así unas Reglas diferentes a las que están publicadas por Barber en castellano, en la que habría una clase especial de iniciados, similar a los bonhommes o perfecti consolados de los cátaros. Nada de ello por supuesto anterior a 1800. Es entonces cuando un orientalista austríaco llamado Hammer, que trabajaba para Mitternich, publica en 1818 una elaborada tesis basada en estos objetos. Según él, los templarios adorarían a un ídolo andrógino llamado Baphomet, cuyo nombre aparece en algunas declaracio (...) /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Jesús y El Código da Vinci de Dan Brown" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/dan–brown
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