La historia fundacional del mito es repetida una y otra vez en el cómic, pero nunca se había visto con tal fuerza en la pantalla
El Nueva York de los años setenta, golpeado por el crimen y la inseguridad, tiene poco que ver con el colorido mundo pop de la serie infantil de televisión que populariza a Batman en los años sesenta. Su panoplia de gadgets –Bat–móvil, Bat–cóptero–, acompañando con onomatopeyas el sonido de peleas a mamporros en bocadillos sobreimpresos, tiene poco que ver con la oscuridad de los cómics en los setenta del británico Neal Adams. Su estilo tenebroso y nocturno, nos recuerda a los vigilantes de la época. Los norteamericanos le llaman vigilante, en español, a individuos que habiendo sufrido los efectos del crimen en un ser querido, no sólo buscan venganza, sino hacer justicia por su cuenta –frente a la incompetencia de esa policía corrupta, que vemos en las películas de los años setenta–. Será en los ochenta, cuando el Justiciero Enmascarado adquiera un carácter más sórdido y torturado, en las novelas gráficas de Frank Miller y Alan Moore –que inspiran la trilogía de Nolan–. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Batman: Dios en las calles de Gotham" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/batman
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