Su figura no es fácil de enclavar en un país donde se es una cosa u otra

Hay una placa ahora en memoria de Julián Marías, en la casa donde vivían, justamente enfrente del mercado de Vallehermoso. Después de un tiempo en Barcelona, Javier, que es soltero, vuelve a vivir con su padre, que se queda viudo en 1978. No abandonará el domicilio familiar hasta 1995, cuando traslada su inmensa biblioteca a los dos pisos que tiene enfrente de la Plaza de la Villa –la de su padre sigue en Vallehermoso–. La lealtad de Javier a su padre llega hasta el punto de que cuando le concedieron el Premio Nacional de Narrativa en el 2012 –muy bien dotado económicamente, por cierto–, no lo aceptó, diciendo que si su padre no era digno de recibir premios, tampoco él lo era. Aunque en los últimos años tuvo algún galardón importante como el Príncipe de Asturias en 1996 –compartido con Indro Montanelli–, tal y como su hijo Javier ha observado, no tuvo "ni siquiera un mísero Premio Nacional de Ensayo, que se ha otorgado hasta a autores noveles con obras más bien escolares". Vetado e ignorado en la etapa democrática, por los herederos de Julián Besteiro, con quien colaboró los últimos días de la República, Marías representa "una tercera España", que no es la socialista, ni la de Franco. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre "Julián Marías: Una visión trascendente " ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/julian–marias

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