Paul Williams se pregunta en su monumental biografía en dos tomos: ¿por qué canta tanto sobre Jesús este joven beatnik judío?

Bob Dylan conoció a esta hija de comunistas italianos en una iglesia bautista –Riverside Church– en el verano de 1961, cuando ella tenía sólo diecisiete años. Esta iglesia del Upper West Side era conocida por su militancia por los derechos civiles y el movimiento pacifista. Allí no sólo predicaba Martin Luther King, sino que se hacían conciertos de folk estilo hootenanny –una curiosa expresión del norte de Estados Unidos, que popularizó Woody Guthrie, para designar sesiones abiertas de música en la que cualquiera podía subir al escenario y tocar–. Bob empezó a actuar a principios de ese año en los cafés del Village, a los pocos días de llegar a la Gran Manzana, un invierno especialmente crudo. Había nacido en una familia judía, que vivía en una pequeña ciudad del Medio Oeste –Duluth, al norte de Minnesota– en 1941. El nombre de sus padres era Zimmerman. Eran inmigrantes del este de Europa. Bob cambió su apellido en el Tribunal Supremo de Nueva York en 1962, por el del poeta galés Dylan Thomas –muerto en un bar del Village en 1953, a consecuencia de una intoxicación alcohólica, cuando tenía sólo 39 años–. Por qué renuncia al apellido de su familia, es otro de esos misterios que rodea siempre a este músico. Aunque no había tenido una infancia especialmente traumática, Dylan decía a todos que era huérfano, hasta que un periodista de la revista Newsweek descubrió a sus padres en un concierto que dio en el Carnegie Hall en 1963. A partir de entonces el cantante ha mantenido siempre la boca cerrada sobre cualquier detalle de su vida personal, que hasta el día de hoy es casi desconocida. LA CIUDAD DE LOS SUEÑOS Para alguien que venía de una universidad de provincias, como Bob –que había estudiado música en Minnesota–, su sueño era llegar a ser alguien en la gran ciudad. El Village de Nueva York había atraído durante generaciones a músicos, artistas y escritores, que vivían en las angostas calles en torno a la plaza de Washington, por sus alquileres baratos. El jazz se renovó allí en los años cuarenta. Los poetas de la generación beat llegaron al barrio en los cincuenta. Y a principios de los sesenta renacía el folk e (...) /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "El amor perdido de Bob Dylan" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/bob–dylan–ii
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