Cuando el Reverendo Soldan acabó la lectura, DiMaggio se acercó al féretro de bronce satinado y cerró la tapa
"Sabéis a dónde voy y sabéis el camino" –leyó el pastor A. J. Soldan con un hilo de voz temblorosa–. En sus manos no sólo tenía la biblia, sino la pregunta inevitable de todos los que estaban de pie frente a él: ¿por qué? Los que se congregaron ese mediodía de agosto en la capilla mortuoria del Westwood Village en 1962, para despedir a Norman Jean, miraban de reojo la figura corpulenta de su ex–marido, el campeón de beisbol Joe Di Maggio y su maestro de actuación, Lee Strasberg. Mientras por unos altavoces dorados sonaba la sexta sinfonía de Tchaikovsky" Cuando el Reverendo Soldan acabó la lectura, DiMaggio se acercó al féretro de bronce satinado y cerró la tapa. Dentro ya no estaba Marilyn. Lo que había era un cuerpo que recordaba vagamente a ella. Le habían colocado una peluca y mucho maquillaje, para ocultar el rostro que conocemos por la foto de la policía, que fue luego destrozado por la autopsia. Con un ruido seco, casi hermético, se cubre a la rubia yacente con un pequeño ramo de rosas de té y su pañuelo de gasa verde preferido. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Marilyn Monroe: La torturada belleza de Marilyn" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/marilyn–monroe
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