El cuento tradicional encontró un lenguaje, que servía tanto para dormir al niño, como para despertar al adulto.

"Somos animales salvajes", reconoce la resignada esposa. Pero para ella, eso no es una excusa. Puesto que incluso en ese reconocimiento, hay un lamento por los errores pasados ("No deberí­a haberme casado contigo"). Ella pensaba que él podrí­a aceptar una vida acomodada –como todos los zorros, en su madriguera–, dedicado a sus artí­culos periodí­sticos, –en vez de a robar gallinas–. Un sueño, intentando desterrar la crueldad, al pretender maquillar una vida en que la muerte está siempre presente. Si nuestra mayor preocupación en la vida es la supervivencia –como los zorros de esta historia–, eso determinará nuestro estilo de vida. Dahl justifica en el libro por qué se dedican a robar gallinas. En la pelí­cula, no hace falta. Los animales viven como quieren. Se sienten libres sin otro código moral que la supervivencia. Si no robaran, se morirí­an de hambre. Y cuando la señora zorra le pregunta a su marido por qué le ha mentido, él simplemente le contesta: "Soy un animal". /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Fantástico Sr.Fox: Huérfanos de la tormenta" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/fantastico–sr–fox


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