La pasión que despierta el Titanic parece universal

Los barcos son el escenario de algunas de mis novelas preferidas –la maravillosa Nave de los locos de Katherine Anne Porter–, una obra de teatro –que todaví­a recuerdo haber escuchado en Radio Nacional de España, cuando era adolescente– y pelí­culas como la de James Cameron –sin lugar a dudas, su obra maestra–, que toma la historia de amor del film de Negulesco – El hundimiento del Titanic (1953) y las secuencias del naufragio de Roy Ward Baker –La última noche del Titanic (1958) –, para crear la ilusión de que el barco es como un ser vivo, en un relato ensoñador, casi fantástico. Era todaví­a un niño, cuando compré en los años setenta, en Londres, la obra clásica que escribió Walter Lord en 1956 –A Night To Remember–, en una magní­fica edición ilustrada de Penguin –ahora publicada en Debolsillo como La última noche del Titanic–. Es él quien habla primero del libro de Robertson, que acaba de editar Nórdica en castellano. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Titanic: El barco que ni Dios podía hundir" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/el–titanic


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