Esta iglesia americana en la ribera del Sena era famosa por sus conciertos de órgano

"A menudo leo que soy ateo", dice Camus. "Oigo hablar de mi ateísmo, pero esas palabras no me dicen nada, no tienen sentido para mí", escribe en 1954. Como el Calígula de su obra, siente "la necesidad de lo imposible", pues "las cosas, tal como son, no me parecen satisfactorias". Aunque considera la existencia como absurda, se rebela frente a ello con nostalgia por una inocencia perdida y un sentido de justicia. En sus cuadernos habla de tres periodos en su pensamiento, relacionados con distintos mitos griegos: el absurdo (Sísifo), la rebeldía (Prometeo) y la justicia (Némesis). Al principio piensa que la situación de desgracia en que vive el hombre –causada por la injusticia– ha de ser afrontada y resuelta por el hombre mismo. Hasta que como Prometeo, se ve impotente en su lucha para suprimir las injusticias de este mundo, puesto que no puede impedir que los males se extiendan. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Albert Camus: Un existencialista hastiado" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/albert–camus


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