Salvador Dalí, José Moreno Villa, Luis Buñuel, Federico García Lorca y José Antonio Rubio Sacristán

Lorca estaba tan obsesionado con la muerte como Dalí­. "Cinco veces al dí­a, cuando menos, hací­a alusión a la muerte –según Buñuel–. Por la noche no podí­a dormir si no í­bamos todos en grupo a acostarle. Una vez en la cama, encontraba el medio de prolongar indefinidamente las conversaciones", pero "siempre acababa hablando sobre la muerte". El cineasta recuerda su rostro, "tendido sobre la cama, parodiando las etapas de su lenta descomposición". Porque "la putrefacción en su juego duraba cinco dí­as". Es "cuando estaba seguro de nuestra angustia", que "se levantaba de un salto y estallaba en una risa salvaje". Cuando se va con Gala a Parí­s, Picasso le presta dinero para ir a Nueva York. Allí­ se instala en 1940, convirtiéndose en su verdadera plataforma de lanzamiento. El público americano le escucha embelesado, mientras contempla sus extravagancias. Ya que "Salvador, como su propio nombre indica, está destinado a salvar la pintura de la pereza y el caos". Pero Dalí­ no tardará en descubrir que no es propietario de su propia leyenda. /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Salvador Dalí, Dios y la muerte" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/salvador–dali


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