Sus lacónicas escenas de interiores nos revelan a individuos en el momento en que se desprenden de la máscara social y dejan salir su gesto taciturno.

Aunque a menudo representa la arquitectura vací­a de casas como en Dos puritanos (1945), incluso las figuras que están en lugares públicos como estaciones, hoteles, cafeterí­as, cines o teatros, transmiten una intensa sensación de melancolí­a. La soledad que respiran sus lienzos se ve como un fiel reflejo del drama del hombre contemporáneo, cuando en realidad es una mirada interior, que evidencia un desarraigo más profundo que el que muestran sus carreteras, gasolineras o ví­as de tren. En construcciones como la Casa junto a la ví­a del tren (1925) –que inspira a Hitchcock el escenario de la pelí­cula Psicosis (1960)–, muchos ven "el perfil psicológico de esa ambigüedad puritana de fascinación y rechazo del mal" –como observa el comisario de la exposición, Tomás Llorens–. Los lugares se convierten en algo extraño, que produce inquietud. "La casa no es la casa –como dice Carlos Losilla–, sino la repetición de los dí­as, de la soledad, de ese permanecer en el umbral de las puertas y en los lindes de las ventanas para protegerse del mundo sin dejar de observarlo". /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "La mirada interior de Edward Hopper" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/edward–hopper


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