He jugado con la idea del suicidio muchas veces, sobre todo cuando era joven y me dominaban mis demonios

En invierno de 1955, tras una intensa actividad teatral, Bergman se refugia en un hotel suizo, con el fin de ordenar sus confusos pensamientos. "Era temporada baja" –recuerda el cineasta en su libro Imágenes –. Pronto me di cuenta de que éramos una docena de huéspedes y de que el hotel se mantení­a abierto a pesar de que lo estaban reparando para la nueva temporada. Las montañas me deprimí­an sobre todo cuando el sol desaparecí­a de pronto tras las cimas de los Alpes a las tres de la tarde. No hablaba con nadie pero daba largos paseos y trataba de establecer mis rutinas diarias. Cerca habí­a un hospital de cinco estrellas para nobles sifilí­ticos. Daban sus paseos diarios al mismo tiempo que yo. Era un cuadro inverosí­mil: cadáveres en diferentes fases de descomposición arrumbados en un establecimiento de lujo." Desesperado, alquila un coche para ir a La Scala de Milán, donde ve una representación horrible de Verdi. "Cuando después de mi excursión, volví­ a Monte Veritá y a las montañas y a los locos", dice Bergman, "estaba completamente agotado. He jugado con la idea del suicidio muchas veces, sobre todo cuando era joven y me dominaban mis demonios. Me pareció que habí­a llegado el momento. Pensé sentarme en el coche, soltar los frenos y salirme de la sinuosa carretera que llevaba al hotel. Parecerí­a un accidente. Nadie tendrí­a que sentirlo." /// José de Segovia nos habla hoy en entrelineas.org sobre " en el artículo "Como en un espejo" ❤ ¿Te parece interesante? Para saber más puedes seguir leyendo en entrelineas.org/revista/como–en–un–espejo


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